1/7/2023

En general, es extraña nuestra relación con el futuro. El grueso de las novelas futuristas plantea escenarios siempre distópicos. ¿Hemos pensado por qué? Aunque seguramente hay excepciones que van alrededor de mundos idílicos, plantear mundos sin conflictos —al parecer, lo idílico es su carencia— no sólo cae en lo absurdo, sino en lo plano que rechaza la intención de hacer literatura. El cine experimenta rutas parecidas. Incluso cuando no se tiene intenciones de dibujar futuros distópicos, la estructura de cualquier tragedia en términos dramáticos lleva a la pérdida de aspectos que impedirán la utopía de los personajes y de sus mundos.

Al futuro lo escribimos en vías de un desastre por medio de la pérdida de nociones presentes que medianamente valoramos; es distópico a partir de los elementos compartidos que definen lo aceptable, la época, los miedos y los procesos para que estos se cumplan.

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