24/6/2019

«Nada es más sencillo para quien escribe y después publica, que instalarse en la fragilidad de la arrogancia. De él aprendí que no todo merece ser publicado, una revisión cada día más escasa a razón de la soberbia. Virus de nuestra época. El capitán enseñó la virtud de las inseguridades. Las dudas constantes sobre cada párrafo. Enseñó que, si uno aspira a acercarse a la literatura, es imprescindible nunca abandonar una intención estética.»

Dar click en el texto para seguir leyendo.