24/2/2018 «En un país con razones para detestar su pasado político es natural que, bajo la promesa de un mejor presente o su aparente solución temporal, se le reste atención a lo que deteriora aspectos poco tangibles del futuro. La extensión de la prisión oficiosa, el uso de la tribuna para ejercer la ley de la sospecha y la inclinación irrestricta a las consultas populares tienen un denominador común. Construir la verdad a través del consenso, por definición manipulable, corre el riesgo de afectar nuestra ya muy mancillada relación con el estado de derecho y los instrumentos democráticos.» Dar click en el texto para seguir leyendo. Twittear