Revista de la Universidad de México. 3/10/2017

 

«Es probable que al reflexionar sobre ciertos eventos sea difícil distinguir si se pueden considerar revolucionarios; si se está hablando del evento en sí, del espíritu con el que se dio, o incluso, con el que se vio. Escribo esto por una sola razón: las manifestaciones que se comprenden como la Primavera Árabe no fueron una revolución, pero contaron con un espíritu revolucionario amplificado por los que no formaron parte de dichas manifestaciones. Es más, quizás el primer problema al acercarse a los eventos que ocurrieron entre 2010 y 2013 en algunos países del norte de África y Medio Oriente sea su repetida percepción en singular. No fue una Primavera —si se está dispuesto a continuar con el apelativo entusiasta e inexacto bajo el que han sido nombradas—, fueron muchas.»

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