1/3/2021

«He guardado por diez años las llaves de mi casa en Damasco. Sé que nunca las volveré a usar. La casa ya no existe. Sin embargo, las veo cada tanto. Siria es un no país, la memoria de un presente que se desvaneció y se ha ido reconstruyendo con imágenes para sustituir los vacíos. Cada año, desde hace diez, recuerdo que en el fervor de las Primaveras, las imágenes eran ilusión de un futuro que jamás contó con la vocación autodestructiva de la región.»

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