1/11/2020

«Para quien ostenta una posición de poder y religiones o políticos, como gobiernos, comparten atisbos de jerarquía social, no hay nobleza en aprovechar su ventaja para hacer reír. Sin embargo, su risa genera una mala pedagogía. Enseña que la ridiculización es un arma política eficaz a pesar de poco loable, muestra lo diminuto de quien sólo puede hacer reír a costa de quien ve inferior desde lo que considera diferencia. Por eso el humor es víctima de la mala política.»

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