7/7/2019

No amplían el debate. Sus intentos por hacerlo quedan en la reafirmación de conceptos, sin someterse a las dudas de cualquier proceso intelectual. Mucho menos son intelectuales, no solo por la ausencia de dudas, sino por su incapacidad para despertar inquietudes en sectores distintos a sus pares ideológicos, políticos, o grupales. Frecuentemente anulan cualquier diálogo para convertirlo en trifulca burlona, el reducto sin inteligencia del humor. Son dispersores de mensajes que, para encontrar un lugar, han aprovechado el bajo nivel de debate que ha encarnado la política mexicana. Su logro es ocupar el espacio.

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