1/2/2019

«A menudo se comporta como la forma verdosa del resentimiento, la vanidad o de la envidia. Otras, de un rechazo rupestre a las limitaciones propias. Es mezquino quien desprecia, minimiza o cuestiona el éxito ajeno como si éste le hubiera pertenecido y después le fue arrebatado, aunque jamás haya estado cerca de sus dominios. También lo es quien regatea las tragedias como si hablar de una obligara a excluir a las otras, que son muchas. Son mezquinos los individuos y pueden serlo los Estados, los gobiernos que conducen las acciones de esos Estados, y los grupos que se conforman en una voz con la capacidad de imponerse sobre otros individuos, normalmente con menos posibilidades que los primeros. Hay mezquindad en el no reconocimiento a quien lo merece, como si al otorgarlo se abdicara el orgullo propio.»

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