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1/6/2018

«Cada año el mismo fenómeno llama mi atención durante un par de meses. Entre mayo y junio, antes de que las lluvias se transformen en tema de exclamaciones y sorpresas recurrentes para los habitantes de la Ciudad de México, los derredores de mi casa, en la zona boscosa que se aleja de ella, son tomados por unos animales que con su simpatía me han devuelto algo que cada vez da la impresión de importar menos al esgrimir una idea sobre política, sociedad, cultura, etcétera. A esos animales les debo, agradecido, horas de observación.»